A través de la contratación pública, las administraciones públicas acceden al mercado de obras, servicios y suministros y prestan de forma indirecta sus servicios públicos. Esta contratación supone un elevado gasto público.
Dada la importancia de la contratación pública, en los últimos años se ha considerado que la contratación no debe limitarse a ser un medio transparente y eficaz de provisión de bienes y servicios a favor de las administraciones. Se debe entender también como una herramienta jurídica al servicio de los poderes públicos para el cumplimiento de sus objetivos generales, de sus políticas públicas. Se configura de esta forma la concepción de la función estratégica de la contratación pública, lo que significa que, a través de la contratación, se deben lograr otros fines de interés general.
Entre estos otros objetivos se encuentra la defensa de los valores sociales y medioambientales de nuestra sociedad, así como la protección y cumplimiento de los derechos humanos. Es evidente que, si la defensa y el cumplimiento de los derechos humanos son un objetivo primordial de todas las administraciones públicas y si la contratación pública supone una parte muy importante del gasto público, esta actividad se debe vincular al objetivo primordial de la defensa y protección de los derechos humanos.
En este sentido se pueden destacar dos documentos de singular valor en el tratamiento de la responsabilidad de las empresas por violaciones de los derechos humanos y el papel que deben tener los Estados para evitar estas violaciones.