La multinacional cementera alemana HeidelbergCement AG, primer productor mundial de árido, segundo de cemento y tercero de hormigón, tiene presencia en más de 60 países del continente europeo -donde posee 34 plantas de cemento- Asia Central, América del Norte y África Oeste. HeidelbergCement entró en el controvertido mercado del Sáhara Occidental ocupado por Marruecos con la adquisición de Italcementi y, con ella, de la participación mayoritaria (51%) en la empresa Ciments du Maroc, en 2016. A través de esa adquisición, HeidelbergCement controla dos plantas cementeras cercanas a El Aaiún ocupado, CIMAR y CIMSUD, esta última desde 2019. La producción de cemento y hormigón de Ciments du Maroc es estratégica para la construcción de todas las nuevas infraestructuras de lo que Marruecos llama el “desarrollo de las provincias del sur”, pensadas para extraer mayor beneficio de la ocupación de este territorio, consistentes por ejemplo en la ampliación del puerto de extracción de fosfato de la empresa OCP Group en El Aaiún y de los puertos pesqueros de Dajla. Las instalaciones de OCP se alimentan, además, de la energía generada por su propio parque eólico, por lo que colabora a su vez con la polémica industria de las energías renovables en el territorio.
A pesar de las críticas y señalamientos de organizaciones saharauis sobre la falta de claridad en cuanto a la obtención del consentimiento para operar en los Territorios Ocupados, HeidelbergCement insiste en que su actividad beneficia a la población local y mantiene en el continente europeo su imagen de cementera adalid de la sostenibilidad ambiental, línea por la que ha recibido ayudas de la Comisión Europea para la investigación por valor de casi cinco millones de euros. No es esta la primera vez que la compañía alemana es acusada de vulnerar Derechos Humanos en contexto de ocupación, puesto que en el pasado ha sido objeto de una campaña por las actividades de su filial Hanson Israel en los Territorios Ocupados de Palestina.